sábado, agosto 18, 2012

Rompecabezas

"Como un rompecabezas humano"...

¿De cuántas piezas? No sé qué tan importante sea eso. Lo intrigante está en cómo se acomodan. Aparentemente, cuando ves todas las piezas dispersas no puedes ver más que caos. A simple vista, uno incluso podría dudar que todas ellas corresponden a un Todo Único. De hecho, si no conociera los rompecabezas, si no supiera en qué consisten, probablemente pensaría que un pedazo no tiene nada que ver con otro. Es más, aun sabiendo en qué consiste esto, apenas sacas todas las piezas puedes preguntarte: "¿estarán todas? ¿Faltará alguna? ¿Llegaré al final y me daré cuenta que no podré terminarla?".

Eso que se ve tan heterogéneo en realidad no lo es. Ese desorden guarda tras de sí un orden, algo que lo rige y cada pieza forma parte de un todo armonioso. En un vistazo descuidado puede ser hasta chocante, después de todo, ¿cómo podría esa pieza de acá que es tan blanca combinar con esta otra que es tan negra? ¿Y qué hace un color verde por allá? En un simple vistazo, sólo puedes ver los colores que más resaltan, aquellos que no combinan, pasando por alto todos los matices que se encargan de unirlos, de darles un sentido, de hacerlos armoniosos.

Cuando recién comienzas a armar el rompecabezas te parece una tarea difícil y no sabes por dónde empezar. Luego de un rato, ya le tomaste el ritmo y disfrutas del trabajo minucioso y relajante, una buena forma de abstraerse del medio. Especialmente emocionante se torna el momento en que pruebas entre distintas opciones. A veces tomas una pieza y estás seguro (a veces, no tanto) de que tiene que ir junto a esta otra, pero luego te das cuenta que no es así, cuando tienes que forzar para que encajen. Es hasta excitante cuando dos piezas están correctamente unidas. En efecto, es casi como que tuvieran una clase de imán que las une, porque cuando las estás acercando se siente que una pieza se lanza hacia la otra, entra como si nada y se siente muy agradable mientras encajan y cuando finalmente lo hacen. A veces, puedes equivocarte y pensar que dos piezas encajan, cuando realmente no lo hacen; pero cuando son las correctas, definitivamente sabes con toda seguridad que sí lo son. Te puedes equivocar cuando no está bien hecha la unión, pero es infalible la percepción cuando son las indicadas. Es mágico, bonito, agradable. En ese momento sólo puedes pensar: "están hechas la una para la otra, se complementan perfectamente. No podía ser de otra forma". Por separado, son nada, pierden significado. Sólo toman un sentido cuando están juntas. Después de todo "son el uno para el otro, no podía ser de otra forma".

"Como un rompecabezas humano", le dije. No pude haber hecho una mejor comparación, era exactamente lo que quería decir... y sin embargo, no pude haber estado más equivocado...

jueves, agosto 16, 2012

La madre paciencia

La lluvia cae y las gotas tratan de golpearme y acariciarme a la vez. Las miro fijo, de frente, como corresponde. Me golpean diciéndome: "¡Vamos! Despierta, hombre". Y lo hacen a través de unos pequeños golpes. Unas suaves abofetadas, nada más que eso.

"Love me two times, baby", "all my love", "Come on now touch me, baby". Confundo entre canciones y pensamientos, entre recuerdos y anhelos, todo removido y revuelto por culpa de las gotas de agua. Es como si quisieran despertarme de una pesadilla, y lo agradezco. Lo agradezco, porque admito que estoy pasando por la peor parte de la pesadilla: cuando despiertas, la buscas y no la encuentras; cuando sueñas con ella, y al despertar viene la angustiosa bienvenida de la realidad; cuando tratas de mirar a tu alrededor y buscas en vano algo que no te la recuerde; cuando quieres gritar su nombre, buscarla, pero sabes que no corresponde. En eso estoy y de ello me quieren despertar. La lluvia me quiere hacer un enorme favor y yo quiero aceptarlo, pero no puedo. No tengo cómo, se escapa de mis posibilidades.

¿Qué estará haciendo en este mismo instante? No importa, no tiene sentido torturarse con la imaginación. ¿Qué más se le puede hacer? Sólo queda esperar. Aprender la paciencia, la madre de todas las ciencias. En algún momento llegará el día en que esto tenga que pasar, y ese día debes esperarse con paciencia, sin desesperar.

¿Qué es lo más valioso que consigues cuando aprendes a esperar? Hay varias cosas, pero una que quisiera destacar especialmente es el tomar conciencia de "la vida". A cada instante que pasa, cada momento que se nos va, en todo lugar está ocurriendo algo justo en el preciso momento en que tú estás esperando algo. Me abstraigo dentro de la micro y existe un mundo infinito en mi interior, lleno de pensamientos y recuerdos. Pues bien, en el momento en que miras a tu alrededor, cada persona significa un "agujero negro" dentro de nuestra realidad aparentemente continua. Dentro de cada conciencia hay un mundo interior también infinito. En el preciso instante en que estoy sentado esperando a que llegue el consuelo, una hoja otoñal cae y alguien disfruta al verla. El viento sopla y se lleva con él algún rastro de vida, ya sean más hojas o a veces basura, el envoltorio de alguna cosa que, quién sabe, quizás era una pareja en su mejor momento que lo descuidó mientras se besada. Infinitas son las posibilidades, de todo pasa mientras estoy despierto (y mientras duermo). Alguien está viendo una película que me gustó, puede estar pensando en lo mismo que yo pensé al verla. El tiempo avanza inexorablemente, y de la misma forma se van tejiendo historias. ¿Cuántas personas estarán abrazándose en este momento? ¿Cuántas estarán sufriendo por alguna razón? ¿Cuántas estarán naciendo o cuántas despidiéndose? En este mismo instante, en todo el mundo, ¿habrá más gente que se siente alegre o que lo está pasando mal? ¿Cuántas estarán a punto de recibir una noticia que les cambiará el ánimo?

Son insondables las cosas que deben estar ocurriendo en este momento. Realidades por millones... e inevitablemente vuelvo a preguntarme: ¿cómo estarás tú? ¿Qué estarás haciendo en este preciso momento? ¿Hace cuánto te habrás olvidado que existo?

La vida sigue. Lo que hay que hacer es seguir esperando. Después de todo, queda mucho tiempo por delante y la paciencia es la madre de todas las ciencias. Aprender puede ser doloroso, pero siempre es un proceso fructuoso.

sábado, agosto 11, 2012

Abrir y cerrar los ojos

Un hábito que no practico mucho es el que tiene mi amiga Ali y que la aplica con tanta facilidad: cerrar capítulos y abrir nuevos.

No es fácil, sino que todo lo contrario. Admiro cómo ella puede conseguirlo. Cuando acabas un libro, suele ocurrir que ya llegando a las últimas páginas sientes una clase de nostalgia. No quieres que termine, te has encariñado con el protagonista, has empatizado con sus sueños, sus frustraciones, todas las cosas buenas y malas que le han ocurrido. A veces, en algunos libros, hasta lo viste crecer. Compartió su mundo contigo, a veces lo has visto todo desde sus ojos, a veces sabes más de ellos que sus familiares o incluso que él mismo.

Pues, bien, ¿cómo no ocurriría con la vida de uno mismo, cuando se trata de tu historia y eres tú el protagonista? Aparecieron nuevos personajes en tu vida, algunos se quedan y otros se van, a veces incluso hay quienes mueren en el camino.

En un abrir y cerrar de ojos, las cosas pueden cambiar drásticamente. ¿Cuántas cosas ocurren en un abrir y cerrar de ojos? Ahora mismo puedo recordar cuando cerraba los ojos al dormir, y al abrirlos tenía la espalda de quien amaba. Cuando cierro los ojos para dormir, este mundo se acaba y comienza otro en paralelo, y cuando despierto, es éste el que me recibe. A veces para bien; otras, para mal. Cada día también se cierra al dormir, no tanto como un capítulo, pero sí como un párrafo del libro. Suele ocurrir que en el siguiente párrafo todavía debes seguir con la idea que desarrollaste en el primero.

Mis capítulos tienen nombre femenino, es una característica propia que no puedo evitar. Hoy ya se cumplen 10 meses y apenas dos días desde que estoy "cerrando" un capítulo, pero ¿qué tantas ganas tengo de cerrarlo? Una vez más: hay que dejar atrás personajes, hechos, paisajes, momentos mágicos y hermosos. Todo se volverá un recuerdo, aunque con los años se vayan haciendo cada vez menos nítidos. ¡Y qué difícil es cuando tienes que poner el punto final! Pero hay algo que es claro: si no cierras el capítulo, no habrá otro, no existe más historia. Ciertamente, a veces los libros grandes y extensos pueden ser también muy buenos, pero una historia tan larga, así como interminable, se vuelve monótona, aburrida y mala. Cuando ocurre eso, hay quienes simplemente no siguen leyendo y el libro muere inconcluso para el lector.
¿Cuánto se tarda en dar por finalizado un capítulo? ¿Cuándo puedes empezar con el otro? Yo he tardado mucho, y admito que todavía no sé cuándo pueda escribir el siguente. ¿Será ahora que escribo algún hito para hacerlo?

No debe dejarse de lado que siempre hay algo que nos ayuda a seguir adelante. ¿Quién dice que estos personajes no volverán a aparecer más adelante? Seguramente, lo estarán como amigos, aunque a veces uno no los quiere de esa forma. No todavía, aún no me convenzo de que quiero que llegue el día en que seamos amigos. No puedo, porque los amigos no piensan en los labios del otro, porque uno no anhela sentir el roce de sus cuerpos sin obstáculos, porque entre ellos existe una distancia que no quiero que exista, y porque hay puertas que se abren sólo con una llave, cuando amigos hay muchos.

En un abrir y cerrar de ojos me han pasado las cosas más bellas y también las angustias más grandes. En un abrir y cerrar de ojos puede que expulses alguna lágrima, pero también mientras ríes a carcajadas puedes abrir y cerrarlos. Hoy aún vivo en el insomnio... es tiempo de dormir, pero no quiero hacerlo. Sin poder manejarlo, mi mente la está esperando para poder acostarme. Me siento desnudo en la cama, con la luz encendida, esperando a que ella ocupe su lugar... y en algún momento podré asumir que eso no pasará, que ella no vendrá. Entonces quizás pueda dormir, cerrar mis ojos y que me despierte la luz del amanecer.