domingo, octubre 07, 2012

Todo en un suspiro

Abría los ojos en medio de la noche. Los párpados se abrieron abruptamente, atravesando la oscuridad de la noche para ver todo vestido de una luz tenue. Casi de forma inmediata, como automático, un suspiro que resonó fuerte en medio del silencio. Aunque todavía aturdido, iba notando que el corazón latía con fuerza; pero que de a poco iba recobrando su ritmo normal. Mirar hacia los lados, una y otra vez, para saber que realmente estoy acá y que sólo se trataba de otra pesadilla. El reloj dice: todavía quedan 3 horas antes de despertar. No queda otra que volver a dormir, no sin antes dar un profundo suspiro.

Abrir los ojos. Esta vez hay algo de luz en la pieza. Antes que todo, un suspiro, un muy fuerte suspiro.

No he acomodado mi cabeza de la posición de sueño. Siempre abro los ojos y suspiro un poco agitado para darle la bienvenida a mi día. Me quedo mirando hacia el otro lado de la cama para recordar: no hay nadie ahí. Un poco ante la incredulidad matutina (y ya tan rutinaria), repaso los hechos que me importan para tratar de distinguir y recordar qué es lo verdadero, qué ha sido un sueño y cuáles han sido sólo una pesadilla. El resultado es siempre el mismo: hace tiempo, fue un sueño; ayer, una pesadilla; hoy... hoy siempre comienza con una incredulidad, luego trato todo el día de asumir las cosas, aceptar la realidad, tratar de superarla, empezar el difícil camino de emerger desde lo más profundo, sólo para acabar el día, con otro suspiro, y despertar sabiendo que el día anterior sólo fue de nuevo una pesadilla. Me levanto, aunque siempre atrasado.

El día avanza, avanza, avanza. Cada día reaprendo algo que cuando pequeño lo tenía más asumido que ahora: el tiempo es inexorable. No importa cuánto lo desees, con qué fuerza lo anheles... el tiempo ha pasado. Cuando he reflexionado esto, pienso en que ya han pasado otros segundos, sin darme cuenta, sin pedirme permiso, sin preguntarme si quería que pasaran. ¿Qué se le puede hacer?

Durante la tarde, es sano salir a caminar. Tal vez se solucionen los enredos de la cabeza, tal vez pase algo por lo que los puedas olvidar, o quizás simplemente me llegue la muerte. Es sano caminar. El viento viaja a través de las hojas de los árboles, y una sinfonía tan bella como tenue, tan delicada, siempre me produce la curiosidad de si acaso es el mundo quien me está hablando, si acaso la naturaleza me está dando respuestas o sólo me da su apoyo. ¿Y si acaso me trajeran un mensaje de muy lejos? ¿Alguien que me quiso mandar un mensaje? No sé si sea así, pero al menos yo siempre dirijo mensajes y buenos deseos a través de ese viento. El destinatario es siempre el mismo... bueno, siendo precisos, siempre la misma. ¿Será que habrá respondido a alguno? No, ella está más ocupada en otras cosas.

Ya se ha oscurecido. Sé que debo acostarme y dormir, pero hay algo tan desagradable en pensarlo... "se va a acabar un día más. Cuando despierte, será lo mismo". No es la monotonía lo que me desespera hoy, sino el dónde vivo esta monotonía: una eterna pesadilla. Tengo sueño, pero siempre me resisto a dormir. ¿No podría suceder algo en último momento? No sé exactamente qué espero, pero lo espero con ansias (¿o la espero con ansias?). Sin embargo, el tiempo es inexorable y debe llegar el aterrador momento. "Debes acostarte. Hoy, nuevamente, has perdido". Abro la ropa de cama, como agitando mi bandera de rendición. Me acuesto, la señal de que he fracasado. Busco una posición cómoda para poder conciliar el sueño. Cuando mi cabeza está en la posición para dormir, miro por última vez ese lado vacío de la cama. Trato de resignarme... suspiro fuertemente y cierro los ojos.

Abro los ojos en medio de la noche. Los párpados se abrieron abruptamente...