Es una sensación en que pareciera que todo se ha acabado, es como si faltara que algo pasara; pero ese algo jamás llega. Es como si estuvieras desesperado buscando algo, pero no sabes qué. ¿Qué es? ¿Lo sabes? ¿Distingues la sensación? Te daré una pista… ocurre con la persona más importante de tu vida, con la que hayas acordado fusionar la vida. ¿Quién? No te puedo decir. A veces esas fusiones no son completas, uno está más involucrado que el otro, es uno el que, generalmente, sufre más por las sintéticas intenciones del otro. Pero sigamos con la sensación… el mundo se está poniendo oscuro, buscas un camino y de entre todos sólo pareciera verse uno, el que precisamente desearías no tomar. ¿Qué queda? El mundo se desmorona, se cae, se cae en pedazos y te está alcanzando. Debes tomar una determinación: el vacío o el camino. ¿Cuál es peor? No sabes, pero tampoco hay tiempo para sopesar. Todo quedará en el azar, al menos eso pareciera. Quizá después de ese tortuoso camino hay otro lugar, otra campiña, un lugar mejor. Quizá todo es peor y el vacío sea menos terrible. No se sabe, sólo eres tú y tu decisión, todo lo demás es polvo en el aire o un suelo que se desmorona.
Detente un segundo. No existe tiempo porque el pensamiento fluye muy rápido cuando estás a segundos de morir. Alcanzarías a ver toda tu vida en un segundo, pero prefieres enajenarte con otras cosas. No revisas tu vida, sólo disfrutas un momento. Recuerdas las cosas buenas, disfrutas el gusto de lo bello. Se aparecen los hermosos paraísos, los momentos mágicos, se aparece lo místico. Recuerdas el viaje más bello que hayas realizado, recuerdas la grandiosa naturaleza y las megalíticas maravillas del hombre. Recuerdas cada espacio verde o cada gesto de amor que hayas presenciado. Recuerdas que en algún minuto de relajación respiraste muy profundo el aire puro. Que quizá en un viaje de vacaciones, cuando sólo tu vida era disfrutar, te detuviste de la máquina que da presiones y sólo te preocupaste de contemplar un hermoso paisaje que sólo evocaba el placer en sus distintos ámbitos: el placer de vivir, el placer de la naturaleza, el placer de los logros, el placer de descansar luego de hacer todo. Recuerdas las noches estrelladas en que miraste lo eterno del universo, lo grandioso de la existencia, lo infinito que puede llegar a ser una persona tan pequeña ante un mundo intimidante en sus magnitudes. Recuerdas la vez que compartiste una siesta con aquella persona, que al despertar la viste y disfrutaste su cara de “acá estoy, durmiendo con belleza; pero acá estoy”. Entonces no puedes dejar de recordar los primeros tiempos, los que se anteponen a todo, aquellos que son los primeros desde que tienes conciencia. Lo mejor era que podías jugar y reír, que los juegos eran tan ilimitados como la imaginación, que de pronto todo el mundo se hacía una aventura… sin darte cuenta, te has dopado con buenos momentos.
El tiempo es inexorable. Despiertas y sólo te queda un pedazo de mundo podrido y oscuro. Antes de que hayas conseguido pensar algo útil, has caído.
¿Distingues la sensación?