Domingo de melancolía
Es un nuevo domingo, más triste que otro que recuerde.
Fue un día oscuro, a pesar de los fuertes rayos de sol que sofocaban la tierra. Hoy fue como marchar sin sentido, porque buscaba en la vida algo que no había, de hecho, la misma vida parecía vacía hasta parecer muerta. El color de la sombra de mis pensamientos teñía mi corazón, mi vista, mi mundo, hasta que todo estuviera bañado en su pintura.
Me persigue la tristeza de lo siento por la ausencia de aquello que es mi vida entera, de aquello que es el sentido de mi existencia. La ausencia de mi vida es la que marca la muerte de este inmundo día.
La esperanza que abrigo, que guardo con cariño, me parece lejana y me angustia no alcanzarla.
Ojalá pudiera tener su compañía, haberla disfrutado todo el día, y entonces no estaría ahora pereciendo en esta agonía. Sólo porque no puedo tenerla a mi lado, mi corazón se ha ajado y mi vida está perdida.
Es una lucha contra el tiempo vivir en este tormento, me alcanzan las horas, me frustra y me ahoga, me rodea una vida en sociedad que quisiera evitar, se limita mi libertad al tener que entrar en ellos y cumplir sus preceptos.
Mi felicidad está al lado de la mujer que amo, aquella que encanta mi alma, aquella que embellece mi vida, aquella que hace mi alegría… aquella que no vi hoy día.
